Texto: Nuria Fernández. Fotografía: Jairo Crena.
Vero y Alberto nos robaron el corazón desde el primer día… Aún recuerdo cuando vinieron por primera vez a la oficina: Vero, Alberto, el hermano de Vero y su madre… Mi homeoffice, que ya es pequeñita de por sí, se llenó de gente y yo, acostumbrada a recibir de dos en dos, improvisé un reunión para novios, madre y hermano de la novia… Desde ese momento supe que la boda sería algo muy especial, algo muy auténtico y familiar.
No podría serlo más celebrando su boda en dónde lo hacían, el restaurante de la familia. Por eso necesitaban que nosotras intentáramos darle otro aire para el día de la boda, «todo el mundo conoce nuestro restaurante, es el de toda la vida… pero quiero que en mi boda Viva Galicia sea distinto, sea otro«, me decía Verónica en nuestros primeros encuentros. El reto estaba claro: convertir el restaurante, su restaurante, en un lugar que sorprendiera a novios e invitados y que cuando cruzaran la frontera estuvieran en otro lugar.