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A ti, mi pequeña

Hoy escribiendo estas lineas, recuerdo aquella frase que me decía mi madre y mi abuela, «cuando seas madre entenderás todo» y así unas cuantas más, que hoy entiendo. Cuando te hablan de embarazo, tu cerebro inconscientemente llena todo alegría, de ilusión, de vida.

Yo no seré quien diga que no es así, pero también es verdad que cuando experimentas en tu cuerpo todo tipo de síntomas, y el malestar te invade y no te deja pensar, ni casi moverte, la palabra embarazo adquiere otras connotaciones.

No todo es malo, ni mucho menos. En mi caso, las primeras 16 semanas fueron duras. Ahora, os diré que hoy mirándolo desde la distancia, cada una de las sensaciones que mi cuerpo ha tenido, me ha hecho ser más fuerte, y os digo más, volvería a pasar por ellos mil y una veces más. Pasado ese periodo, he tenido la suerte de volver a ser yo.

Soy de esas que piensan que la vida te cierra puertas para abrirte ventanas, que te da un toque de vez en cuando para que cambies el rumbo, que te da oportunidades de cambio sin que te des cuenta. Quizás para mí, el embarazo ha sido una de esas señales que te manda el destino. Desde aquel 2 de Marzo en el que vimos ese positivo, y luego el confinamiento al que todos hemos estado sometidos, me ha hecho ver todos estos meses, como un regalo inigualable. El poder vivirlo en casa con Borja, descubriendo día a día cada paso de este proceso, cada síntoma, cada sentimiento y sin despegarnos un solo momento durante meses, ha sido una de las cosas más bonitas que me ha pasado nunca. Sin él y sin toda esta experiencia, todo hubiese sido muy diferente.

Como era inevitable, me emocioné, lloré y reí cuando escuche a ese pequeño corazón latir dentro de mi. Nunca había experimentado una sensación tan abrumadora, fue emocionante esa mirada cómplice que nos dedicamos los dos de la mano, sin poder hablar y con lágrimas en los ojos. No puedo describir todo este proceso, mi bebe crece, se mueve, me hace emocionarme, me hace soñar cada noche con el día en el que nos conozcamos en persona, hace que el miedo me invada y que me formule preguntas que nunca antes me había imaginado. Pero si tengo que hablar de un sentimiento que describa todos estos meses, ese, sin ninguna duda, es el amor. AMOR en mayúsculas.

Leí hace unos días las palabras de Nuria en este post cuando hablaba de su embarazo, de la maternidad antes de que naciera Victoria, su primera hija, y me quiero unir a ella. Me convertiré en madre, pero no quiero solo ser eso, quiero seguir siendo Sara, con mis proyectos, mis metas, mis logros y mis fracasos, creo que solo así, podré enseñar a mi hija, como y quien es su madre, para que cuando lea esto, dentro de muchos años, pueda sentirse orgullosa de lo que es, y de donde viene.

Mi vida no sería lo mismo sin las miles de fotografías que tengo, pero estas, ocuparán un lugar muy especial en mi corazón. Gracias a José Miguel (Navarrete Fotografía) por hacerme una sesión tan especial y por la conexión inmediata que tuvimos, me sentí comodísima trabajando contigo. Y a ella, Soledad Make Up, que con sus manos, pero aún más con su corazón, te hace bella y te llena el corazón de luz. Gracias a los dos por estar un momento tan importante para mi y ayudarme a hacerlo inmortal. Gracias de corazón.

Y con vuestro permiso, quiero terminar este post dedicándole unas palabras a ella, a mi pequeña.

Inés, mi amor. Prometemos ser quien estemos siempre en tus primeras veces, quienes te ayudemos, quienes te consuelen, quienes te empujen y quienes te enseñen. Prometemos llevarte de la mano a recorrer el camino de la vida que tú escojas, a luchar y a ser fuerte. Prometemos comprenderte, aprender contigo y enseñarte tu pasado. Y cuando no nos veas, pase lo que pase, mamá y papa siempre estarán detrás de ti, dándote impulso. Mi pequeña, estamos deseando conocerte.

Texto Sara Giménez

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