Cuando empezamos a organizar los Desayunos LalaBlu el principal objetivo era suplir la falta de tiempo. Ese tiempo que vuela deprisa en este mundo que, a veces, gira tan rápido. Así que la falta de tiempo y las ganas de conocer a gente que nos escribía tratando de vernos durante el tiempo del que no disponíamos, hizo que decidiera, casi sin darme cuenta el prototipo de los Desayunos LalaBlu. El planteamiento era sencillo: mi casa, una mañana de sábado dos o tres personas como invitados, cafetera a pleno rendimiento, unas flores y un bizcocho recién hecho.
Una temporada más tarde de aquella primera tanda, salimos de mi casa, para encontrarnos en diferentes puntos de Madrid, dándoles un toque quizá menos personal pero sí algo más «pro», así que nos fuimos a desayunar al Salón de Té Vailima, Mür Café y Pipa & Co, siempre manteniendo muy viva esa ilusión propia del que ofrece algo en señal de agradecimiento o del que se dispone a desvirtualizar a compañeros de batallas.